México en un Espejo: Los Exvotos de San Juan de los Lagos (1870 - 1945)


Cultura material y exvoto

"Qué saltos, qué aspavientos de la muchacha cuando comenzó el desempaque, cuando fue apareciendo el mueble [una máquina de coser], cuando, desatados, los pedales tuvieron movimiento! Era realmente de no creerse y para llorar de gusto el ver de pronto, aquí, como aparición milagrosa, entre tiliches viejos, un objeto tan extraño, tan fino, que ni en sueños pudo imaginarse y que nos infundió el mismo respeto, la misma devoción y hasta el miedo con que hubiéramos visto dentro de la casa, llena de tiliches, algo de lo más rico, desconocido y sagrado

que haya en las iglesias, y que no todos pueden ver,

ni nadie, fuera del obispo, puede tocar"


                                                      Agustín Yáñez


La riqueza documental del material, sus ventajas, aun con respecto a la fotografía, son claras. No sólo se trata de testimonios, sino que,  aprehendidos en la red de sus mensajes (religiosos ante todo, pero también sociales  y culturales), éstos restituyen una globalidad que es, precisamente, aquella a la que aspira la Historia.

Y esto siempre ocurre a partir de preguntas y de elementos sencillos: los guaraches denuncian al campesino, al pobre. Sin embargo, cuando la mujer (en acción de gracias) aparece descalza, con los pies firmemente asentados en el suelo, ¿es esto reflejo de una indigencia extrema, o el símbolo de la humildad suprema, del contacto más directo con la Madre Tierra, fuente de todo alimento, como lo es también la Virgen? Y cuando en medio de un paisaje campestre, una pareja de campesinos se hace retratar endomingada con sus mejores atavíos y sus botines, ¿debe verse en ello un gesto de orgullo, o su voluntad de honrar a la Virgen?

Más pragmática, aunque no por ello menos importante, es la evolución que, a lo largo de los años, puede leerse en estos exvotos, desde la indumentaria tradicional, la camisa y los calzones de manta blanca, hasta el peto de trabajo azul. ¿Simple detalle? En realidad, esto traduce un cambio fundamental: el paso de una economía cerrada, donde estas prendas de manta eran producidas dentro de la célula familiar - o aldeana -, a una economía de mercado, donde el campesino compra su pantalón de mezclilla. Y, por supuesto, la evolución es la misma en el caso de la mujer.

Lo que es válido para la vestimenta, también debe aplicarse al marco material, en particular a las numerosas representaciones de hogares, que progresivamente se fueron amueblando. Así, en 1890, en la casa de Trinidad Ramos, la única pieza de mobiliario era un petate. Durante siglos, las casas de los campesinos no tuvieron nada más (en el mejor de los casos: un baúl, una estampa). Posteriormente se fueron multiplicando los burós, los armarios, las alfombras, los cuadros (piadosos); un mayor bienestar (así como la economía de mercado) fue penetrando este universo, en relación quizá con una relativa urbanización. En cuanto a la introducción de la electricidad, que vemos a través de los perjuicios que causa, este punto ya se mencionó anteriormente.

El exvoto, asociado a la lectura del cuento de A. Yáñez "Betania o la máquina" (extraído de Las tierras flacas), podría encauzar la reflexión hacia numerosos ámbitos: la relación entre realidad y ficción novelesca, la apertura del mundo agrícola a la modernidad o, más sencillamente, la condición de la mujer.