México en un Espejo: Los Exvotos de San Juan de los Lagos (1870 - 1945)


Los santuarios mexicanos y los cultos

"Aún más: que de tal manera llena y empapa el

corazón la sola vista de esta imagen soberana [del Santo

Cristo de Chalma], que (díselo así) revistiéndose divinamente

de las qualidades del imán, de tal suerte enamora,

encanta y embelesa a las almas"


                                              Fr. Joaquín Sardo



Esta cita de 1810, que se refiere a uno de los santuarios mexicanos más preñados de sacralidad, el de Chalma, permite comprender la misteriosa alquimia que se lleva a cabo en el centro de estos lugares. La combinación supone el encuentro entre dos fuerzas desiguales: la frágil fuerza del creyente, y la fuerza dominadora de la imagen sagrada. Del encuentro surge el milagro, elemento indispensable para la atracción ejercida por el santuario, y que se ve atestiguado así ante los ojos de los "cristianos del siglo" (es decir, los laicos) mediante la acumulación de exvotos. Posteriormente, el milagro constituye el otro aspecto de esta imanación que evoca Sardo: la influencia local, regional, del santuario se va incrementando, a medida que las peregrinaciones que atrae vienen de más lejos, delineando una región de la cual se convierte en un elemento fundamental de identidad.

Nos encontramos aquí en el corazón de las creencias universales, en la medida en que el catolicismo retoma sitios sagrados, mitos, que conferirán mayor profundidad a los santuarios que reconoce; esto es un fenómeno ampliamente conocido en el caso del Tepeyac, evidente en el de Chalma, pero menos seguro en San Juan de los Lagos, donde los empréstitos están muy occidentalizados. Nutrido por la doble tradición precolombina e hispánica, México es una tierra de santuarios; de acuerdo con el Directorio de santuarios publicado en 1989, existirían actualmente en toda la República unos 255 lugares sagrados reconocidos por la Iglesia...

Algunos son muy recientes; entre éstos, uno de los más notables es el del Señor de los Milagros (San Juan Nuevo, Michoacán), surgido en 1945, tras la erupción del Paricutín en 1943. La lucha contra la naturaleza, en este caso espectacular, ha reforzado la identidad local, el fervor, y éste se expresa a través de innumerables exvotos.

La Virgen y el Cristo comparten hoy en día la inmensa mayoría de las devociones. Sin embargo, como lo recuerdan las imágenes anexas que en ocasiones aparecen en nuestros exvotos, no debe olvidarse el culto a los santos - franciscanos, en primer lugar-, al Santo Niño de Atocha, tan presente en toda esta área, desde su santuario de Plateros. Llegó incluso a ocurrir que ciertos exvotos destinados a otros cultos se "extraviaran" en San Juan de los Lagos; pero poco importaba, ya que el sacrificio (la peregrinación), la donación (el exvoto), tenían lugar y eran reconocidos dentro de un espacio altamente sagrado; por lo demás, Plateros o San Juan de los Lagos participan de una misma identidad: la del Occidente de México.