Entre milagrero y fiel
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En la distribución de las tareas entre el fiel y el pintor, es de fundamental importancia determinar los elementos que corresponden a cada uno de ellos. En realidad, como para la redacción de un testamento, tres actores se hallan en presencia. En el centro se encuentra el testador (aquí, el fiel), quien dicta el boceto del documento, precisa los detalles (¿hasta dónde?). Frente a él se encuentra el notario (el milagrero), el hombre de arte, quien redacta apoyándose en su experiencia, siguiendo sus propias normas. Uno y otro deben tomar en cuenta las reglas preexistentes, establecidas por el legislador (la tradición), quien enuncia un sistema de normas de conducta, de símbolos y de códigos.
En la perspectiva del retablo, la presencia más fuerte es la del artista: su estilo, su personalidad, es con frecuencia reconocible de un documento a otro, no sólo por la pintura, sino también por el texto y la escritura (e incluso por las faltas de sintaxis y ortografía). La presencia más discreta es la de la tradición - sin que esto signifique algún menoscabo de la misma: se trata de un elemento flexible, poco normativo, que no instaura tanto barreras, como proporciona instrumentos de diálogo.
La personalidad más enigmática es la del fiel. Esto resulta paradójido, puesto que, de hecho, es el único acerca del cual tenemos datos precisos, aunque éstos son meramente fácticios. Más allá de su identidad, de las circunstancias del milagro y de algunas suposiciones en torno a su pertenencia social, de su profundo afecto por la Virgen, ¿qué sabemos de él? Y sobre todo: ¿cuáles elementos son propiamente suyos en el exvoto? ¿Fue él quien escogió hacerse representar como charro herido de muerte, como Jorge Negrete? ¿O como recién casado, o en sus mejores atuendos? ¿O, al contrario, cabizbajo, en semipenumbra, y en actitud de total humildad? El milagrero, tras haberlo escuchado, se dio a la tarea de traducir (¿o de traicionar?) o de transponer... El gran número de exvotos estereotipados, sobre ciertos temas, como la enfermedad, "intercambiables", no deja de ser preocupante para nuestra percepción del fiel.
Esto es particularmente cierto cuando sólo se encuentra representada la acción de gracias, topos por excelencia: ¿se trata de un producto estandarizado...? ¿Se intentó, cuando menos, respetar algunas reglas (como el estatuto social, a través del mobiliario, del vestido)? Sería preciso un estudio minucioso, a través de este corpus (y de otros), para llegar a semicertidumbres que, de todas maneras, plantearían otras interrogantes.