México en un Espejo: Los Exvotos de San Juan de los Lagos (1870 - 1945)


¿Qué es un exvoto?

"¿Qué es el exvoto? Un objeto ofrecido a la divinidad o

a seres sobrenaturales, o la ejecución de un voto,

como reconocimiento por un favor obtenido"


                                                      Michel Mollat



Penetrar en un santuario, detenerse ante las altas paredes tapizadas de los más diversos objetos - trenzas de cabello, ropa de recién nacidos, instrumentos ortopédicos, fotografías, láminas pintadas, etc. - ya permite obtener una primera respuesta. El exvoto es la proclamación multiforme de la fe de todo un pueblo - puede decirse: de la humanidad entera - en los milagros, en la protección divina, en las virtudes sobrenaturales de la imagen que se aloja en el santuario.

Sin embargo, los oros y los dorados que rodean la imagen no dicen otra cosa... En la penumbra donde se amontonan los exvotos, la relación es más compleja.  De  ahí la frecuente impresión de malestar que se apodera del espectador, si éste permanece totalmente externo. Ya no es un simple tributo de adoración, de amor, el que se expresa, sino también un intercambio el que tiene lugar: un deseo expresado a cambio de protección, un objeto a cambio de un milagro. Nos encontramos en el meollo de una religión de la reciprocidad, como lo expresa el término ex-voto suscepto aplicado a estos objetos: "según el voto hecho" (Michel Mollat). En esta perspectiva - la más usual (y prácticamente la única en nuestros exvotos mexicanos) -, se trata de una ofrenda en acción de gracias, que sucede al milagro. En un limitado número de casos, la donación de objetos acompaña simplemente el deseo, anticipa el milagro (o la protección); en tal caso, el exvoto es propiciatorio.

De esta manera, el exvoto se sitúa dentro de un diálogo entre el fiel y la divinidad, entre los cuales constituye el único intermediario. Se trata de un diálogo mudo, muchas veces secreto, pero en ocasiones -en particular, a través de los retablos, o exvotos pintados- mucho más rico, elocuente, a veces parlanchín.

Se trata de una información homogénea y cruzada, en la medida que (salvo algunas excepciones) texto e iconografía retoman los mismos términos del diálogo, cada uno con sus propios códigos. Sería inimaginable que el texto no invocara la imagen sagrada, o que ésta no apareciera en la parte iconográfica, bajo ciertas convenciones. Puesto que se trata de una proclamación que se exhibe en las paredes mismas del santuario, ésta debe introducir el relato del milagro, y a través de esta serie de narraciones son los temores y las obsesiones de toda una sociedad los que salen a flote. Finalmente, texto y pintura concurren a los agradecimientos, a la acción de gracias, de rodillas,  con la vela en la mano  representada en forma pictórica, por una parte, y el "doy gracias" escrito, por otra.