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1870-1945: Una historia secular en formato 26x36
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Una historia universal
"Los milagros de la Santa Imagen de San Juan, ellos son
tantos, y tan grandes, que ningún Escritor los agotará, ni los comprehenderá ninguna persona [...]. Obedecer a quien me manda es forzoso, decir todo lo que esta imagen es, y hace,
es imposible: conque no es arrojo, lo que es necesidad,
y me anima lo que es imposible"
Francisco de Florencia
Más allá de su universalidad, la condición humana hunde sus raíces en medios y contextos diferentes, de los cuales extrae debilidades, terrores, obsesiones de distinta naturaleza. Más allá del diálogo milenario que el Hombre mantiene con la divinidad, estas circunstancias le confieren un tinte cada vez diferente. Para comprender estos tintes, es preciso volver a examinar el santuario y su entorno.
San Juan de los Lagos se encuentra en el corazón de una extensa área rural, los Altos, célebre también por sus bandidos. El santuario fue configurando un espacio de atracción que abarca desde San Luis Potosí hasta el Bajío; aunque se trata todavía de un medio rural, éste se encuentra animado por una densa red de ciudades, las cuales también, hasta los últimos decenios, vivían de la agricultura. Si bien el mundo de las haciendas está ampliamente presente en este universo, es fundamentalmente la sociedad ranchera, individualista, machista, afecta a las armas, los trajes de charro y los caballos, la que lleva la batuta.
Para esta sociedad rural pobre y violenta, la asistencia a la cárcel o la cantina es más frecuente que la asistencia al hospital, cuya representación no deja de ser terrorífica. Sin embargo, por tratarse tradicionalmente de un medio con una escasa infraestructura médica, la Virgen de San Juan está especializada en las curaciones de toda índole: estos milagros son los más numerosos en nuestra serie. El contexto rural conserva sus derechos, y en pleno siglo XX la rabia sigue estando presente y es temida.
Pero esta sociedad también circulaba, emigraba, a veces con medios de transporte que hemos olvidado y que resultaban sumamente peligrosos (el armón). De ahí que a su espacio inicial (el Occidente de México) esta sociedad anexara nuevos territorios: la frontera (desde principios de siglo) y, tímidamente, al parecer, el Distrito Federal. De esta manera, la Virgen de San Juan irradiaba el largo corredor que une al altiplano central con las lejanas tierras del norte, a través del Bajío, Zacatecas, Parral, hasta "el otro lado". Nuestro corpus confirma lo que, ya desde fines del siglo XVII, apuntaba Francisco de Florencia.
Una ausencia, aún más real (y más asombrosa) en nuestros días que en el siglo XVII, es la de Guadalajara. Son muy pocos los exvotos que aluden a esta ciudad ¿Han cambiado las cosas desde 1945? Sea como fuere, ¿cómo explicar tal ausencia? Si bien existe cierta confraternidad entre las Vírgenes de Guadalupe y de San Juan, la de Zapopan jamás aparece al lado de nuestra imagen: ¿Son acaso demasiado cercanas, se rechazan una a otra, y la irradiación de Zapopan sobre "su ciudad", Guadalajara, impide que la piedad de los tapatíos se extienda a la de la región de San Juan de los Lagos?
El Bajío, Zacatecas, San Luis Potosí, tuvieron que sufrir las terribles angustias de la violencia revolucionaria (así como de los disturbios agrarios subsiguientes), como se desprende reiteradamente de nuestro corpus. Jalisco se vio menos afectado durante ese período, pero padeció más por la lucha Cristera.
Mientras tanto, la sociedad estaba evolucionando: de los accidentes de caballo se había pasado a los accidentes automovilísticos y, dentro de una sociedad más abierta, se multiplicaban las preocupaciones por la promoción (mediante la educación, el trabajo). Y todo este universo era bañado por la luz eléctrica, portadora de progreso, pero también de dramas.