El exvoto mexicano
MENU
Información sobre Exvotos
¿Qué es un exvoto?
"La Roba corazones" de San Juan y su santuario
1870-1945: Una historia secular en formato 26x36
Cultura material y exvoto
Cultura popular y exvoto
El culto mariano en México
El exvoto mexicano
El lugar del paisaje en el exvoto
El milagrero, artista popular
Entre milagrero y fiel
Exvoto y religiosidad popular
Familia y exvoto
Hacia una sociología del exvoto
Hacia una sociología religiosa
Hermenegildo Bustos, pintor de retablos
La mujer en el exvoto
Los santuarios mexicanos y los cultos
Simbología y códigos en el exvoto
Temáticas y espacios
Temáticas: lo cotidiano de todo un pueblo
Una historia universal
"Otro escalofrío de México proviene de esos retablos, desde el más erudito hasta el más ingenuo, en los cuales el artista, a
veces improvisado, da gracias por una curación, por el alivio de una enfermedad, alaba al Cielo por haberle permitido sobrevivir a un accidente, escapar de un peligro. De ahí resulta un arte desigual, decaído, pero que Jarry hubiese estimado altamente, donde los arrebatos de piedad toman como trampolín a las más osadas confidencias y a los sucesos más sabrosos"
André Breton
Es preciso detenerse en esta cita de Breton, el gran poeta surrealista, que reviste aquí capital importancia. Esta cita se sitúa en los años 1930, momento del último gran auge del exvoto pictográfico, que aún poseía la suficiente fuerza, dentro de su espontaneidad, como para atraer la mirada del artista. Breton calificó a México de país surrealista; algunos exvotos que "recuperó" en una iglesia de los alrededores de Cholula, no hicieron sino reforzar su opinión.
¿Sería el exvoto la expresión de una fuerte mexicanidad popular? Indudablemente, aunque hay que precisar. Si bien existe una tradición votiva prehispánica, la ruptura entre ésta y el retablito es total. Hasta donde podemos remontarnos, el origen y la forma de éste son occidentales, hispánicos. Por mi parte, el retablito fechado más antiguo que conozco (pintado sobre tela) se remonta al año de 1704 y representa el interior de una iglesia con varios personajes. Como detalle notable, el donador es un religioso betlemita. Sin embargo, la práctica es, por supuesto, mucho más antigua y se remonta a los inicios de varios santuarios; en el caso de la Virgen de Zapopan, sabemos que ya en 1646 los fieles se instruían y se divertían "mirando y leyendo las maravillas que la Imagen había obrado" (Francisco de Florencia).
El exvoto de 1704 se encuentra en el museo de Tepotzotlán, mientras que los raros (y magníficos) retablos coloniales conservados obran en manos de celosos coleccionistas; de los santuarios han desaparecido casi por completo. En el corpus de más de 500 piezas que presentamos, un solo documento se remonta a principios del siglo XIX, los más antiguos están fechados en los años 1870-1880.
Se trata de un problema de conservación; y éste será cada vez más grave, sobre todo para los pequeños santuarios donde la atención que se les concede es más negligente que en San Juan de los Lagos, Guadalupe o Zapopan. No obstante, en estos destacados sitios del fervor, tras el episodio laico (iconoclasta) de la Reforma y sus consecuencias, los fondos se han ido reconstruyendo, y podemos seguir la evolución del fenómeno desde los años 1880 hasta la fecha.
André Breton proviene de un país católico, donde la tradición del exvoto pintado es multisecular. Sin embargo, es manifiesto que la descubre en México. ¿A qué se debe ello? A que en Europa esta práctica ya se había fosilizado (excepto en las regiones marítimas), mientras que en México conserva toda su fuerza; en este país, más aún que una huella histórica o una presencia artística, es objeto de la etnología; supone encuestas y, sobre todo, que se capte este fenómeno en su globalidad. Las fotografías,los papeles cubiertos de garabatos, los objetos heteróclitos que atiborran las paredes de los santuarios, creando una atmósfera pesada, cargada de toda una humanidad doliente, no merecen menos la atención que el material resplandeciente que presentamos aquí. Por otra parte, para que pueda adquirir su verdadero significado, este gesto votivo debe situarse dentro de la vasta práctica de la religiosidad popular, entremezclarse con los mitos, los cultos, los rituales, las prácticas, los gestos.